viernes, 9 de noviembre de 2012

Isabel: Juego de Tronos en los Cinco Reinos

Es curioso que, con todo el final de curso pasado y el veranito que me he tirado con Canción de Hielo y Fuego (segunda temporada de la serie y toooooodos los libros, más cuenta Twitter que me ha permitido comunicarme con dos Meñiques tuiteros que superan incluso al original, más fanfic sobre el pasado de Petyr Baelish... y no sigo porque sería interminable), no me haya lanzado a escribir nada sobre Juego de Tronos. Hoy es el día. Y lo haré de una manera especial: con una especie de mashup (valga la expresión) entre esta serie y la producción patria sobre la Reina Católica de España.

Cuando se anunció a bombo y platillo la serie Isabel, me dio mala espina. Televisión Española ha hecho grandísimas producciones históricas, pero que pusieran a un Fernando talludito junto a una Isabel tan joven no me cuadró. Si embargo, la opinión de personas que merecen toda mi confianza me lanzaron a ver esta serie. Qué descubrimiento. Y ahora viene lo bueno: fue empezar y ver por todos lados, cómo no, cosas de la historia de G.R.R. Martin, ese señor que tarda mil años en escribir unos tochos a los que les sobran muchas cosas y que dice haberse inspirado en la Guerra de las Dos Rosas. Y yo le pregunto indignada: ¿Cómooooooooooooo? Señor mío, usted ha fusilado nuestra Historia, la de España. Es que no falta detalle, oiga...

Contamos, para empezar, con la Mother of Dragons, es decir, la propia Isabel o Hija y Hermana de Reyes, nuestra Daenerys particular, con su pelo rubio y sus ganas de subir al trono.



Al igual que Dany, Isabel tiene dos hermanos: Enrique, hermano de padre y rey de Castilla en esos momentos, y Alfonso. Digamos que ambos vienen a ser una especie de Viserys dividido en dos. Rhaegar, el Príncipe Dragón, no aparece aquí, pero El Impotente tiene un puntillo de locura que recuerda mucho a Viserys.


El padre de Daenerys Targaryen no fue otro que Aerys II, El Rey Loco o Rey Costra. Isabel será una mujer muy cuerda, pero su madre, Isabel de Portugal, dejará una terrible herencia de locura en Juana, hija de la Católica. 



Como Daenerys, Isabel tiene una serie de valedores, algunos más en la sombra que otros. El gran defensor de la princesa es el dignísimo Gonzalo Chacón, una suerte de Jorah Mormont, pero sin pretensiones sexuales hacia la chica. La parte pagafantas del personaje westero es, sin duda, Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán.








Otro de los defensores de la causa isabelina, aunque oscurillo en sus intereses, es el arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo, de los Carrillo de toda la vida. Se podría comparar con Varys, La Araña, el lyseno que ha servido a varios reyes y sobrevivió para contarlo. 




A Daenerys la casan con el calorrazo de Khal Drogo y le dura un suspiro. Un matrimonio concertado a conveniencia de su hermano Viserys. Luego se pondrá chula y SPOILER se beneficiará a otro calorro mientras que acepta casarse con un señor de esos con nombre impronunciable que tanto le gustan a Martin (los Otros se lo lleven) FIN DEL SPOILER. Isabel tiene claro desde el principio que nadie le impondrá marido, aunque hace creer a su hermano Enrique que está dispuesta a casarse con el Duque de Guyena. En secreto planea su matrimonio con Fernando de Aragón, su propio tiazo. Nuestra reina tendrá más suerte y el marido le durará bastante más. Comparables son los nervios de ambas la noche de bodas. De nuevo saldrá ganando Isabel.



Y ahora viene lo mejor: el villano que toda historia debe tener. Recuerdo que mi segundo y tercer post en este blog trató sobre los chicos malos que tanto nos gustan. De Canción de Hielo y Fuego me quedo con el grandísimo Meñique (y es que el tamaño no importa), un personaje estupendo que maneja todos los hilos sin que lo sepamos. En Castilla no podía faltar y no es otro que Juan Pacheco, un malote con un porte y un estilazo comparables al de Petyr Baelish, el gran conocedor de las reglas del juego de tronos. Pacheco se pasa el día intrigando junto a su tío Carrillo. Ellos son el Meñique y La Araña de Castilla. 


En Isabel hay menos desnudos que en la producción de la HBO, pero esa Aldonza, amante de Fernando de Aragón, bien podría ser una suerte de Ros, la odiada prostituta pelirroja que tanto sale en la serie y que apenas es citada en una línea de la primera novela de la saga.



 Y hasta aquí mi ida de olla. Tienen suerte de que no haya escrito nada de Juego de Tronos estos meses, porque me iban a aborrecer como ya lo hacen mis allegados. Me tienen preparada la habitación del manicomio desde hace tiempo, no les digo más.