sábado, 21 de noviembre de 2009

2012

Anoche vimos 2012. No me agobió tanto, la verdad. Hasta se me hizo un poco pesada a ratos. Lo mejor es la primera parte, cuando se está yendo toda la falla de San Andrés a pique, espectacular. Lo cierto es que, cuando paso por algo tan insignificante como es el Puerto de la Cadena y veo esas formas levantadas y plegadas, no puedo evitar pensar en todo lo que se tuvo que mover la cosa para levantar aquello. Pero volviendo a la película, me gustó más El día de mañana, aunque a Roland Emmerich siempre se le ocurre lo mismo: los protagonistas corriendo y el Apocalipsis persiguiéndolos, ya sea en forma de glaciación instantánea o de grieta enorme que se abre en el suelo. Lo mejor de todo es ver a la familia protagonista en camisón y zapatillas en pleno Himalaya. Si los ve Bear Grylls alucina por un tubo porque, si algo he aprendido viendo a este hombre es que uno se congela en pocos minutos como no lleve la ropa adecuada. Pero esto es una nimiedad entre tanta exageración, ya saben: coches corriendo entre el desastre, aviones que salen de entre los restos de la catástrofe, etc.

Y como conclusión, a los de letras no nos van a dejar hueco para salvarnos en caso de desastre global.

3 comentarios:

Nictea dijo...

¿Cómo que no? Ese último comentario será el responsable de que al final vea esa película jaja

Antonio Rentero dijo...

Los de letras SIEMPRE seremos necesarios... recuerda lo que decía Jodie Foster/Ellie Arroway en "Contact" cuando llega al otro lado del "portal interdimensional" y asiste maravillada a lo que hay allí, sin ser capaz de describirlo por su magnífica belleza:

-Debieron enviar a un poeta.

;-)

Athena dijo...

Muy bien dicho, sí señor :)