Seguimos con el temita, sí, qué le vamos a hacer, aunque de momento no me interesa en absoluto leer todo lo surgido a la sombra de Grey tipo Diario de una sumisa, No te escondo nada o Reflejada en ti, de las que no paro de oír anuncios en la radio. El título del post se refiere a dos cosas curiosas relacionadas con la trilogía: una posterior y otra anterior (bastante anterior) al Grey de marras.
Poco más de cien páginas que harán forrarse a otra señora |
La posterior es Cincuenta sombras de Gregorio, una chorrada escrita por Rossella Calabrò que intenta hacer una crítica chistosa del bombazo erótico festivo de E. L. James que, de paso, le permitirá a esta buena mujer ganar perras gracias a la otra. Está claro que de no existir Christian Grey nadie se leería esto, porque para eso ya tenemos la cruda realidad, ¿no? La verdad es que esperaba más de ese libro. Para empezar, pensaba que sería una novela y no una serie de situaciones (algunas de una frase) que recuerdan más a un monólogo de la Paramount Comedy que a un libro que quiere parodiar a Grey. Con algún golpe de humor acertado, reduce al hombre anti-Christian a un ser ruidoso (se tira pedos y eructos, como todo hijo de vecino, claro), que no entiende por qué las mujeres compran tantos zapatos (no es mi caso) o que sólo les gusta ver el fútbol. Reduccionista en la mayoría de los ejemplos. A lo largo del libro va desgranando las "cincuenta sombras" de Gregorio, el tipo normal y corriente con el que nosotras convivimos ya o conviviremos tres meses después de liarnos con un maravilloso Grey, y contraponiéndolas a las características del guapo del momento. Su conclusión es que Gregorio no es perfecto, pero nos hace reír y nos entedemos genial con él. Pues vale. Gracias a Dios, ni Christian ni Gregorio es lo que tengo en mi vida; es algo mucho mejor. Lo que se le agradece de este libro es que está bien escrito al menos. Una vez leído, pensé que bien podría yo haber estirado mi post sobre Grey y haberme forrado también con mis metáforas heladero-sexuales (y las lectoras se habrían llevado de regalo a ese seductor que es
Stuart Alan Jones a modo de epílogo. Dos por uno, oiga. ¿Alguien da más?). O haber escrito la versión ibérica del Gregorio, titulada Cincuenta sol y sombras de Paco.
El cartel es más explícito que la película |
La anterior la coloco después porque acabo de terminar de verla. Mi querido Antonio Rentero me habló de Secretary a través de Twitter el otro día, así que la busqué para verla. Es una producción independiente de 2002 protagonizada por James Spader y Maggie Gyllenhaal, ambos en estado de gracia. Me ha sorprendido por los parecidos que he encontrado entre esta película y las novelas de James. Para empezar, el personaje interpretado por James Spader se llama E. Edward Grey. Ella, Lee Holloway (Maggie Gyllenhaal) lo llama todo el rato "señor Grey" y "señor", en plan muy sumiso y tal, otra cosa que me ha chocado bastante. Pero vayamos a la historia. Lee es una chica un tanto desastrosa (de nuevo la ¿coincidencia?) y patosa que acaba de salir de una institución mental. El mismo día que abandona dicha institución es la boda de su hermana, que parece ser la perfecta de la familia. Sus padres tienen una relación extraña, ya que el progenitor se emborracha de vez en cuando y se pone violento. Lee arrastra estos problemas y, aunque le hayan dado el alta, sigue autolesionándose cada vez que ocurre algo malo a su alrededor. Para ella es como un ritual: saca sus instrumentos de tortura, se hace cortes y después se los cura como si nada. A pesar de ser una cutre, consigue el empleo de secretaria para el misterioso abogado E. Edward Grey, que la mira con ojos de viciosillo cuando viene a pedir trabajo y le ordena que le prepare café, algo que ella hace sin rechistar, lo mismo que cuando responde a todas sus preguntas, por extrañas que sean para una entrevista de trabajo. Su actitud sumisa es algo que parece gustarle al jefe. Cuando él descubre la manía que ella tiene, le prohíbe volver a hacerlo y ella ve que él comprende por qué se autolesiona, cosa que la deja sorprendida. La relación entre ambos es rara: él le manda lo típico (traerle café y comida, mecanografiar documentos, ordenar archivos), pero la observa con cautela, hasta que un día se harta y le espeta que viste fatal, que no vuelva a tocarse el pelo ni a sorber por la nariz ni a poner la lengua en cierta posición mientras escribe a máquina. Después empieza a reñirle por sus faltas de ortografía, hasta que un día decide castigarla por ello con una buena azotaina en el trasero mientras hace que ella releea el documento que ha escrito mal. Y ahí empieza el lío sadomaso. Y la diferencia con Grey y Anastasia. Vainilla cero. Helado bizarro de fabada y sin Aero-Red para los gases de después. Una vez iniciada la peculiar relación amo-sumisa, él no llega a estar a gusto, se siente mal por sus propios hábitos (que no son sexuales precisamente), por lo que decide despedir a Lee, que se lanza a los brazos de un antiguo compañero de instituto y...
Lee catando el helado de fabada del señor E. E. Grey |
Lo bueno que tiene la película es que no hay nada de sexo explícito y lo único sadomasoquista que se ve no es en absoluto desagradable, gracias a la manera en la que lo plantea el director y a las interpretaciones de los actores. Sin embargo, el morbo se extiende por todo el metraje: las miradas de él, su actitud ambigua, las fantasías sexuales de ella, su deseo de que vuelva a castigarla... Tiene hasta gracia. Está planteada casi como una especie de comedia romántica diferente donde dos personas encuentran a la horma de su zapato. En resumen: que no me ha desagradado en absoluto y que James Spader y Maggie Gyllenhaal hacen de un guión más bien flojillo una película que se deja ver.
2 comentarios:
Pues me hubiera gustado ver ese libro, 50 sol y sombras de Paco. Le veo futuro, se lo podría plantear en serio, aunque sólo fuese un artículo aquí en el blog.
Ya se me adelantó la tal Rossella, pero lo mismo un día...
Gracias por comentar :)
Publicar un comentario