miércoles, 14 de octubre de 2009

Reflexiones de una vida de noventa y tres años

Esta tarde he cogido el autobús 3 para ir a Ronda Norte, a la Escuela de Idiomas, a recoger un certificado. Una vez sentada, veo que sube un hombre mayor y se coloca de manera contigua a mí. Me he dado cuenta de que no paraba de mirarme a través de sus gafas de sol. Lejos de sentirme incómoda, le he devuelto sus miradas, hasta que el señor me ha preguntado: "¿Dirías que tengo noventa y tres años?". Me he quedado de piedra, porque el hombre estaba estupendo y se le veía con buena salud. Entonces me ha contado que tiene en su casa una Virgen a la que le consulta todo y ella le responde. No vayan a creer que le habla en el sentido estricto, sino que le responde sí o no a través de unos papeles con estas palabras escritas en ellos. Lo que más me ha sorprendido es que hoy le había preguntado si iba a morir en el 2009 y la Virgen le ha dicho que sí. Y él estaba feliz, porque lleva treinta y tres años jubilado, ha enterrado a dos mujeres, tiene un solo hijo que vive en Los Alcázares y al que apenas ve. Está cansado de la vida a pesar de encontrarse bien físicamente. Sus palabras textuales han sido: "Estoy amargado. He padecido mucho en esta vida: la guerra, enterrar a dos mujeres... Ahora lo que hago es subirme de un autobús en otro y pasearme". Para más información me ha dado su nombre: Antonio Fernández Herrero, antiguo empleado de correos. Esto ha sido por si oigo que alguien llamado así se ha muerto antes de que termine el año. Qué cosas.

11 comentarios:

mil dijo...

Estaba yo sentado en un banco de un parque esperando a un amigo, cuando un señor de avanzada edad se sentó a mi lado:
"Hola joven, ¿cómo está usted?"
Bueno, la historia acaba con lo siguiente: el hombre trabajó como chofer de Franco y tenía unas historias buenísimas. Qué pena que yo tuviera pocos años y no supiera apreciarlo en aquel momento.

Dammerüng dijo...

Que buena entrada... l oque te peude ocurrir en un autobús, me ha encantado,a mi también me ha pasado alguna vez algo así, te enteras de cosas muy interesantes.

Nictea dijo...

Cuando coges a menudo el autobús te das cuenta de lo mucho que necesita la gente unos oídos que sepan escuchar... es increíble.

Athena dijo...

Gracias a todos por los comentarios.

Bienvenido a este humilde blog, mil. Me ha gustado lo de su experiencia y, es cierto, es una pena que en aquel momento tuviera pocos años. Yo, por ejemplo, echo de menos a la única abuela que conocí, porque le preguntaría tantas cosas... era historia viva de España.

Queridas Dammerüng y Nictea: efectivamente, los transportes públicos tienen estas cosas. Como bien dice Nictea, lo que percibí en este hombre eran unas ganas enormes de hablar, de comunicarse. Yo me he quedado sola un fin de semana y me subía por las paredes. Imaginemos tantos años sin tener con quien compartir una simple frase.

Cuando mahn no está por un tiempo y, por ejemplo, están poniendo una serie que ambos seguimos, no veo los capítulos hasta que no regresa, por mucho que él me insista. Y es que no hay nada como disfrutar de lo que nos gusta en compañía :) Y si es hablar... Nictea me conoce y Dammerüng menos, pero creo que se dio cuenta de que hablar es primordial para mí.

Tigretón dijo...

Al margen de lo anecdótico del relato: Es curioso como la sociedad occidental va arrinconando a las personas mayores (frente a otras culturas, como por ejemplo las orientales). Tengo un abuelo paterno que falleció con 96 años, cultísimo, leía todos los días, dueño de una maravillosa biblioteca, eso sí, aunque decía que había días que "no tenía tiempo ni de quitarle la faja al ABC".

Este verano falleció el abuelo de un buen amigo mío (y de D. Antonio Rentero). Tenía 97 años, murió durmiendo. Un auténtico caballero, de los que no quedan. La semana antes dicen que estaba haciendo la declaración de la renta. La de cartas a Ministerios, Departamentos... que había dictado para mecanografiar a su nieto en estos años. Recuerdo cuando en La Manga me decía: "yo, cuando era joven me iba caminando hasta donde vive mi nieto" (está a 4 Km). ¡Cuando "era joven" era (tendría 90 y pico años) hacía 3!

Wunderkammer dijo...

Qué historia tan sugerente. Con ella se podría hacer un relato corto y quedaría magnífico (como el surrealismo mágico de la literatura hispanoamericana).

Wunderkammer dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Wunderkammer dijo...

Perdón, he repetido el comentario dos veces, por eso lo suprimo.

Así que aprovecho este nuevo comentario para decir para reiterar mis felicitaciones por la entrada tan buena y tan bien escrita. En sí es un relato corto-corto insuperable ;)

Wunderkammer dijo...

para decir/para reiterar...

En fin, estoy espesa.

Athena dijo...

Gracias por todos los comentarios, Wunderk :)

Cuando le conté a mahn la historia, me dijo lo mismo que usted: que daba para un microrrelato, así que pensé contarlo aquí tal y como me salió a la primera, sin elaborarlo ni nada.

Antonio Rentero dijo...

Y nosotros (yo el primero) empeñados en ir por la calle absortos con nuestros iPods aislándonos de la necesidad de comnunicar experiencias de nuestros mayores.

Un día nos quedaremos sin la posibilidad de recoger ese regalo y además nos daremos cuenta, angustiados, de que nosotros nos hemos convertido en ese viejo incomunicado rodeado de islas humanas.