Si soy sincera, esta Eurocopa no empecé siguiéndola con mucho interés. Los partidos los he visto como de reojo, sin demasiada atención. Anoche todavía me sentía así, pero cuando terminó la segunda parte y comenzó la prórroga, ya era necesario estar pendiente, sin quitar la vista de la pantalla. Con los penaltis casi me da algo, sobre todo cuando Casillas paró el primero, porque solté un grito que hasta mahn se asustó.
Lo mejor fue ganar a los farfulleros de los italianos, que siempre están igual. Pues ya estaba bien, ¿no?
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4 comentarios:
Claro que sí. Desde el Mundial de México 86 recuerdo la maldición de los cuartos y de los penaltys (contra Bélgica, en semifinales nos hubiera tocado la Argentina de Maradona). Era noche electoral en España.
Anoche todo cambió. Cuando parecía que los transalpinos volverían a pasar con lo mínimo y por penaltys (marrullerías, ayuditas arbitrales también tuvieron que ver en el 0-0), y otra vez la decepción de toda mi vida, apareció un chaval de Móstoles, Iker Casillas, del que admiro que es igual que el primer día que llegó a entrenar con el primer equipo del Madrid... Qué diferencia con otros futbolistas!! (Siempre con su modestia: "Los penaltys son una lotería", dijo al final, quitándose méritos)
Debo reconocer que entrecerré los ojos (como si de alguna escena de una peli de terror fuera) en algún penalty lanzado por España, y acerté quien sería el que fallaba por nuestra selección(y mi hna. en su casa igual, y no es gaferío, es que se veía).
Grité el primer gol de Villa y las paradas de Casillas como si estuviera allí, apretando los puños en alto, salté del sillón...
Esta mañana me ha comentado en el trabajo una compañera que no pudo aguantar durante los lanzamientos fatídicos y salió al balcón a fumar un cigarrillo, miró a su alrededor y había ¡lo menos cinco vecinos de los alrededores en la misma situación!, resoplando y demás...
El fútbol sin pasión no es nada, pero cuando te implicas, te apasionas te da unas sensaciones como pocas...
El fútbol es la moderna guerra donde las naciones solventan sus controversias.
De ahí la pasión con que ahora vivimos estos enfrentamientos, y cual leva medieval nos enarbolamos de banderas y caras pintarrajeadas para asistir a la confrontación contra el enemigo.
Antonio, si eso que dices es así, bienvenido sea el fútbol porque evita las guerras.
¿Quien diría que un tipo (normal) como yo, puede ir los domingos al partido vestido con la camiseta de mi equipo?
Mucho se ha dicho en contra del fútbol. Tal vez sea "el opio del pueblo", una nueva fórmula del "pan y circo" romano, genere violencia (vándalos hay en muchos sitios y no hay tantos realmente en el fútbol), se mueva mucho dinero, y otras cosas negativas,
pero hay que reconocer que el fútbol une a la gente como ningún deporte, y produce como he dicho sensaciones increíbles.
A las pruebas me remito, aparte de las del domingo, que se lo pregunten a los turcos en esta Eurocopa, a los aficionados del Manchester cuando ganaron una Copa de Europa en el último minuto y remontaron un 1-0 marcando dos goles o al mundo entero con el golazo de Maradona a Inglaterra en el Mundial 1986
Y en cuanto a jugarlo... es de lo mejor, para practicarlo a nivel amigos tampoco hace falta tener condiciones físicas excepcionales (como en baloncesto p.ej.), y no hacen falta medios para ello, sus reglas son sencillas (salvo alguna como el fuera de juego)
Una buenísima película (no sé si de maratón, pero la recomiendo) con el fútbol de trasfondo: La comedia inglesa "Fuera de Juego" (Fever Pitch, basada en una novela de igual nombre), sobre un profesor de instituto, aficionado del Arsenal, que se transforma los domingos en la tarde, pero una mujer...
Entretenida peli, con un espléndido Colin Firth...y ambientada en aquellos años pre-Wenger en los que el Arsenal no se comía un torrao en la Premier, con lo cual era aún más inexplicable justificar ante la novia tanta afición futbolera (¿por qué las mujeres siempre se empeñan en verle el lado 'práctico' al asunto?).
En general, es una suerte que, a imitación de los griegos hace 12 siglos, las competiciones deportivas (salvo para los ultras cretinos de turno) de cualquier signo hayan reemplazado a las guerras, aunque conservemos ritos de enfrentamiento cuyo origen nos retrotrae antropológicamente incluso hasta las cavernas...
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