Reencuentros

Esta tarde, al final, me ha dado tiempo a ir a la constitución del tribunal del que soy vocal. Allí me he reencontrado con mi profesora de Historia, a la par que tutora, de COU, que está en mi tribunal. Y también he visto a mis dos profesores de Filosofía, Prudencio y (don) Antonio Peris. A este último no lo veía desde los tiempos del instituto y, al pronto, no lo he reconocido, y no es que haya cambiado tanto, pero tenía otro recuerdo de él. Fue mi tutor en 3º de BUP y tenía muy mala fama por las preguntas, supuestamente extrañas, que ponía en los exámenes. Doy fe de que, vistas desde fuera, algunas podían ser raras, pero siempre tenían una respuesta de lo más lógica. Hoy, cuando hablaba con él, le he recordado una de ellas y se ha quedado muerto con mi memoria. Y no es memoria: es la huella que te puede dejar un buen profesor. Él, por su parte, intentaba reconocerme, pero eso es imposible después de dieciocho años. Aún así, le he estado contando cosas de las que me ocurrieron en sus clases y del buen recuerdo que tengo de ellas y de ese curso en general.

Y lo más gracioso: cuando estaba hablando con él, no me salía decirle de tú, algo que me sigue pasando con otros profesores con los que me he reencontrado.