Con todo el rollo de las elecciones en los Estados Unidos, me ha venido a la cabeza una película sencilla, pero absolutamente deliciosa, La baronesa y el mayordomo, de Walter Lang. Creo que fue en el blog de Sushi donde comenté que estaba muy contenta porque había encontrado una cinta de vídeo que creía perdida y que tenía grabada esta película.
El argumento es muy sencillo: el eficiente mayordomo del presidente de Hungría se presenta a las elecciones por el partido de la oposición y obtiene un escaño. Evidentemente, a la familia de su "jefe" le parece un disparate, sobre todo porque no podrá cumplir su trabajo de una manera tan diligente como hasta ahora, al estar ocupado en asuntos políticos. El presidente se lo toma con mucho humor, no así su hija, una joven casada con un barón que también tiene aspiraciones políticas...
William Powell está aquí en un papel hecho a su medida: perfecto mayordomo, elegante político, caballero en definitiva. Powell siempre me ha parecido el antecedente directo de David Niven, otro actor con aspecto de mayordomo de categoría. La chica es la actriz francesa Annabella, y es un encanto oírla hablar en inglés con acento francés. Y qué decir de los secundarios, Helen Westley y Henry Stephenson, el los papeles de los Condes Sandor, los jefes de William Powell, maravillosos.
Esta película tiene esa pátina de los años que la hace entrañable. Está, como muchas del mismo estilo, hecha sin grandes pretensiones pero con estupendos actores y guiones. Yo la he disfrutado muchas veces, sobre todo gracias al protagonista que, sin ser guapo, tiene una presencia en la pantalla que ya quisieran algunos. El problema es que no hay quien la encuentre por ningún lado. Esta grabación se la debo a otra persona. Gracias ;)
2 comentarios:
Joder tía, yo vi esta película hace siglos y no me acuerdo prácticamente de nada, que fuerte! De todos modos, tienes razón en que esas comedias clásicas de antes ya no se hacen, ahora mola más poner a un tipo como se pilla los testiculos con la bragueta del pantalón.
Ay..., porque no resucitarán Ernst Lubitch o Billy Wilder, que imagino éste último, será menos complicado....
Nos pone usted los dientes largos... dan ganas de verla. Yo no la recuerdo pero si la viera lo mismo me suena.
Y es que donde esté el cine clásico que se quite todo lo demás.
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