viernes, 3 de julio de 2009

Aventura sin fuste

Esta tarde estaba invitada a una inauguración en Mazarrón. Vale, está lejos pero, como mahn está en Amsterdam, me apetecía hacer algo por mi cuenta. El caso es que el plan era llegar al instituto en el que trabajo y allí sería recogida por la alumna que me había invitado. Pues bien: allá que cojo mi coche y, cuando estaba llegando al punto de encuentro, aquél se pone tonto y no quiere dejarme cambiar las marchas. Sí, como lo leen. Ya estaba un poco tonto desde que lo llevé a limpiar, pero creo que eso es sólo casualidad. Me da a mí que las máquinas sienten y mi Altea se ha puesto celoso. Al Corsa ya lo hemos jubilado y nos hemos comprado un C4, así que ahora el "coche viejo" es el Altea. Ha ido siempre como la seda y ahora va y se pone a hacer feos. Qué disparate.

Pasemos a las casualidades de la aventura (ya digo que últimamente me ocurren muchas):

  • Me ha recogido la misma grúa que lo hizo aquel día que el Corsa me dejó tirada a las 2 de la tarde en Cartagena. Y en las dos ocasiones le he hecho la faena al pobre hombre, porque en aquella ocasión se iba a comer cuando le salió el servicio, y en ésta iba ya a terminar la jornada. Sorry.
  • El conductor me recuerda a J.T. Walsh, un secundario que ahora mismo estoy viendo en la tele, en Algunos hombres buenos.
  • Gracias a que estoy aquí, mi buen vecino Ángel ha podido entrar a su casa, porque ha llamado a todos los pisos y no había nadie que le abriera la puerta de abajo. Si yo llego a hacer mi viaje con normalidad, se queda en la calle.
Espero que no les haya aburrido este relato.

2 comentarios:

Wunderkammer dijo...

Usted nunca nos aburre ;)

Ya es casualidad que viniera el mismo hombre con la grúa... no sé si se acordaría que no era el mismo coche.

Un saludico.

Athena dijo...

Se lo dije yo y entonces lo recordó. Como pasamos por el sitio en el que se me rompió el otro, enseguida cayó en la cuenta.