viernes, 15 de febrero de 2008

Vulgaridad

Si hay algo peor que un alumno vulgar, es una alumna vulgar. Son mucho peores las niñas macarras, más bordes y buscan el enfrentamiento. Las veo con sus pantalones con los bajos comidos de roña de tanto arrastrarlos, sus piercings en los morros a modo de verrugas brillantes, sus miles de cadenas, pendientes de aro (en los que les falta el loro) y anillos de oro y sus pelos mechados con apenas 13 años y me dan pena. Ni siquiera van a llegar a ser carne de sueldo mileurista, sino de embarazo no deseado y casorio de penalti. En general, el garruleo instalado en las aulas es deprimente. Pero todo tiene una explicación: sólo hay que rascar un poco y ver, en la mayoría de los casos, de dónde vienen. Son víctimas de un entorno igual de vulgar o muy desestructurado.

P.D: Para hacer esta entrada me he inspirado en una hora de guardia que he tenido hoy. Sólo digo que una de estas perlas que describo se ha levantado tosiendo con la boca bien abierta y gargajeando como un vaquero del Far West, dispuesta a escupir en la papelera. Una joya.

1 comentario:

Antonio Rentero dijo...

Lo peor es que habra media docena de mangurrianes colaícos por esa joya. Vamos, milady, álcese el miriñaque o tropezará al bajar de la calesa...