- Se supone que la acción transcurre en Salamanca. Y digo "se supone" porque realmente está rodada en México, así que empezamos bien.
- Hay una cumbre internacional de alianza de civilizaciones o algo así y, como es normal, a todos los presidentes del mundo mundial los recibe en España nada más y nada menos que el alcalde de Salamanca. Ni Presidente del Gobierno, ni ministro de exteriores, ni Rey ni ná. Con un par. A ver cuando Miguel Ángel Cámara recibe al próximo presidente de los EE.UU. Estaría bien, ¿eh?
- La cumbre está cubierta por una televisión americana, la GNN (es verídico), en la que manda una mala que no tiene en cuenta los sentimientos de su reportera antiamericana o algo así. Pues que se venga para acá.
- Hay, para variar, una manifestación anti-usa. Pero tiene un fallo garrafal: no se ven banderas tricolores y otras cosas normales en estos saraos. Y las pancartas, en su mayoría, en inglés, para que el presi malo se entere bien, je, je.
- También está el público ferviente ondeando banderas españolas por todos lados (bueno, y UNA bandera de Castilla-León, para que quede claro dónde es la acción. A lo mejor cuando uno de Dallas la vea ya se sitúa y tal). Pues bien: otro error. Hay más banderas que en las manifestaciones por la nación española.
- La interculturalidad ha sido el plato fuerte de esta película. Me va a costar trabajo aclararme, de verdad. Para empezar, la cuota española la cubre Eduardo Noriega, el actor con más pinta de español para que no nos perdamos (morenazo, ojazos negros y barba guarra). Uno situado (y porque lo conocemos los de aquí). A los americanos también los diferenciamos: claramente blancos u oscuramente negros. A partir de aquí, empieza el desmelene: un tío que creía que era marroquí de pronto se llama Javier. Otro que parecía sudamericano tiene esposa con pañuelo y, además, se autoinmola. Una española o vaya usted a saber qué, está también metida en el ajo y actúa con lo que yo les diga. Uno que parece sudamericano cuando habla con el negro, luego también es marroquí. Una Babel, vamos.
- Hay una especie de barrio que es una Marrakesh salmatina, con toldos, tíos con chilaba, calles estrechas y un sol de justicia. Ha faltado el muecín llamando a la oración.
- Los extras son todos mexicanos. En Salamanca.
- La banda sonora: cuando sale el Noriega, musiquilla morisca. La ambientación general de la ciudad, guitarreo. Olé. Bueno, peor fue en Gladiator.
- En una escena de persecución callejera, sale una gua-gua y coches Chrysler del año de la polka. Lo normal por nuestras ciudades, vamos.
- Los malos matan a diestro y siniestro pero, de repente, tienen corazoncito y se la pegan con una ambulancia que van conduciendo al querer evitar el atropello de una niñita repelente que busca a su mamá. Lo más gordo es que la niñita ya está bien criada como para saber que, si viene un vehículo, hay que apartarse. Es la nota ñoña de la película.
- Y, como colofón, esa señal de STOP en la que se puede leer ALTO. Toma ya.
Yo soy de Salamanca y me da algo. A esta película la vamos a juntar con Mision: imposible II y sus fallas en las que queman tronos de Semana Santa.
1 comentario:
Muy bueno :-)
NO fuíste al mismo pase que yo, que era el de los desinformados que no sabían a qué iban (háblales de "El cochecito" de Ferreri y pensarán en Alonso y la F1 o de "Rashomon" de Kurosawa y creerán que es un nuevo perfume) y cuando veían que la misma historia se contaba una y otra vez desde los distintos puntos de vista de los protas se ponían nerviosos, reían, silbaban, se quejaban...
ay, Señor, perdónalos que no saben lo que hacen...
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